Productividad improductiva
Si un creativo se cae en el bosque y nadie lo escucha, sigue siendo un creativo.

Estoy haciendo El Camino del Artista, el famoso curso de 12 semanas de Julia Cameron para desbloquear la creatividad. Lo estoy tomando en un círculo de lectura de La Madriguera.
Ya llevo poco más de diez días de hacer las páginas matutinas o morning pages. Casi lo primero que hago al despertar es escribir tres páginas sinsentido. A veces dos. A veces la libreta chiquita. A veces llegando al trabajo. A veces antes de dormir. Pero de que las hago, las hago.
Tengo una Rocketbook. Bueno, ya dos: una tamaño A5 y otra tamaño block de notas. Es relativamente buena en cuestiones de privacidad y sostenibilidad. Lo que hago es escribir en ella con plumas borrables, tomarle foto a los escritos, subirlos a mi nube o nubes, y borrar el texto de las páginas físicas con un trapo mojado. Ya una vez que está en la nube, me olvido de lo que he escrito y así planeo hacerlo por semanas.
Si un escrito se borra con un trapo húmedo y nadie lo lee, sigue siendo un escrito.

En la edición más reciente de mi podcast/rant Cyn Filtro, hablo sobre mis problemas con el dinero. Cómo gasté casi dos mil pesos en chingaderitas de Temu. Entre esas chingaderitas, unos portavasos de cartón en forma de suculentas. Venían con bolsitas de diamantina divididas por número y color. Cada cuenta se pega al número que le corresponde en cada portavaso. Pasé un par de semanas pegando las cuentas con Kola Loka todas las noches al llegar del trabajo. Un día las del número 1, al día siguiente las del 2, etc. Por un par de horas cada noche, no existían los reportes integrados, ni los KPIs, ni las best practices, ni las juntas que pudieron ser correo, ni los precios que aumentan, ni los gritos de los padres, ni la guerra, ni la contaminación. Fue algo muy satisfactorio y bonito. A fin de cuentas, no todo lo que gasté fue en chingaderitas.
Si un portavasos se cubre de diamantina y nadie lo compra, sigue siendo un portavasos.

El sábado fui con una amiga del trabajo a un taller de tarot y bordado. Dos cosas que me gustan mucho: los arquetipos y las artes manuales. Estuve a punto de decir “manualidades”, pero hay todo un debate sobre el valor artístico del bordado y cómo se menosprecia por el género de quienes históricamente lo han llevado a cabo. El tapiz de Bayeux no es una manualidad. La facilitadora nos sacó la carta del alma, o más bien el Arcano Mayor humano, portal o espejo, relacionado a nuestra numerología. El mío fue La Emperatriz. Ellona, emperadora, como la Niurka. Bella, abundante, leal y creativa. Aprendimos a hacer algunas puntadas y ahora cada quien por nuestra cuenta hacemos un bordado inspirado en nuestra carta. Conocí mucha gente nueva, compartimos inquietudes y nos la pasamos a gusto, tranquilas, tomando café y aprendiendo a bordar.
Si un bordado está en producción y nadie lo va a usar como prenda, sigue siendo un bordado.

Si un artista hace arte en privado, sigue siendo un artista.
Si un creativo se cae en el bosque y nadie lo escucha, sigue siendo un creativo.
Si alguien pasa el tiempo haciendo algo sin fines de lucro, ese algo sigue siendo válido.
Es posible ser productiva desde la improductividad.
Hacer algo por ti misma a veces es lo más valioso que puedes hacer.
Hazlo por ella.