Palabras y personas que persisten
Sobre Nuestras resistencias: Escritoras que nos vuelan la cabeza.

En cada acto de escritura se desafía al paso del tiempo, se preserva la memoria y se afirma la existencia.
Karina Corona
Escribo esto un 14 de octubre, Día de la Escritora. Aunque se conmemore cada año desde el 2016, es un día que nunca había celebrado antes. En gran parte porque no sabía que existía hasta que lo vi mencionado en varias notas de Substack, y en otra gran parte porque aunque lo diga mi CV, mi registro en el SAT, y mis varias publicaciones en solitario y en antologías, no termino de creerme que soy escritora. Así que lo festejé mejor siendo lectora. Lectora de un bello libro de texto de escritoras mexicanas sobre escritoras mexicanas.

Entre géneros, género y generaciones
Nuestras resistencias: escritoras que nos vuelan la cabeza es un conjunto de entrevistas con escritoras contemporáneas en el país, en el que cada una de ellas habla sobre la escritora en la historia de nuestra literatura que las hizo reconsiderar la palabra, sus efectos, y sus posibilidades. Compilado y editado por Arianna Aquino Ortega e Ilse Pérez Morales, Nuestras resistencias es presentado como un libro de texto abierto al público juvenil femenino. A todas esas niñas y adolescentes como las que las autoras llegaron a ser cuando descubrieron a sus escritoras favoritas entre la clandestinidad y las fotocopias.
Estas escritoras, ilustradoras, editoras y más, la mayoría más o menos de la edad, han forjado un libro de texto que a muchas nos hubiera encantado tener de pequeñas. Descubrir a Elena Garro y a Antonieta Rivas Mercado en un mundo académico que adoraba a Octavio Paz y a José Vasconcelos, a Sor Juana Inés de la Cruz más allá de las monedas con muchos ceros y los billetes con pocos ceros, a Pita Amor más allá del "mira a esa vieja loca que sale en la tele", y a María Sabina más allá de campañas mediáticas antidrogas lideradas por señores cocainómanos con amigos especiales.
También, en ese entonces, a algunas nos hubiera encantado descubrir que las revoluciones en la cultura y la sociedad pueden moverse a distintas revoluciones en nuestros seres neurodivergentes.

“Insistir una y otra vez”
El escrito de Amandititita de este nombre no habla de ninguna autora. A diferencia de las demás participantes, entre las que se encuentran Isabel Zapata, Socorro Venegas y Olivia Teroba, Amanda Lalena no recuerda haber leído escritoras nacionales. Adora su colección de libros, o lo que ha quedado de ellos entre mudanzas y préstamos incumplidos. Ha dedicado su vida a contar historias a través de cuentos, cumbias y su existencia misma. Estudió en prestigiosas universidades y encontró en las letras su hogar. Pero fue de una generación, fuimos de una generación, en la que se enaltecía a los autores europeos y norteamericanos. Para nada a las mujeres. Mucho menos a las mexicanas. En el status quo del neoliberalismo noventero, el inglés y la computación eran la onda, y la literatura mexicana "era de nacos". Si podías leer a Edgar Allan Poe, ¿por qué ibas a leer a Amparo Dávila?
Pero así como las letras son su hogar, a veces también son su laberinto.
Leyendo el siguiente párrafo en la fila para una charla en La Feria del Libro, pude apenas contener el llanto ante esas palabras espejo:
...leer nunca fue fácil para mí, a pesar de lo mucho que me gustaba. No lograba concentrarme, casi siempre tenía que releer varias veces la misma página para captar la idea. Me sentía sumamente frustrada, y más al darme cuenta de que todos leían más rápido y que yo no lograba mantener el enfoque necesario para retener la mínima información.
Esto es algo por lo que paso desde pequeña. Si bien me pierdo en los libros, a veces me pierdo en cómo navegarlos y no encuentro la forma de volver a flote. Hay días en que los sentidos, cual polos derretidos, desorientan mi brújula interna. Días en que los pájaros de los pensamientos intrusivos se comen las migas de pan con las que registro el camino.

Lectoescritura y neurodivergencia
Ya de adulta, Amanda descubrió que tenía Trastorno de Déficit de Atención. Igual que yo. Y como yo, sintió...
...un gran alivio, finalmente encontré un motivo para esa lucha contra la divagación; pero también me entristeció profundamente. Siempre es difícil confrontar el hecho de que lo que resulta tan sencillo para los demás es prácticamente imposible para nosotros.
Así es. Esa desorientación, desde la neurodivergencia, me persigue dentro y fuera de la página. Mi cóctel de TDAH/autismo/dislexia no sólo impide que termine mis lecturas al mismo tiempo que muchas lectoras neurotípicas, sino que alcance hitos en la vida, la profesión, la vocación y las relaciones al mismo tiempo que ellas. Llegar a la página 300, llegar a la publicación de un primer libro, llegar a la estabilidad en el matrimonio, llegar a la posesión del patrimonio, patatas, patatos, tomates, tomatos.
Vivir de lo que hago con constancia y para siempre. No tener que darme de baja en el SAT por el puto oso de no generar ingresos ni poder pagarle a la contadora. No sacar de onda a posibles empleadores con tantas lagunas en el CV. Evitar que publicaciones, antologías, y las personas detrás de ellas se borren y borren mi presencia en las letras cual viento en la arena. Presentar un libro en la Feria del Libro. Llegar a otras mentes y a otros sentidos. Contar con esa resonancia, contar con esa comunidad. Como Amanda, que alguien me lea y diga "soy". Somos. Ser. No contar con esos problemillas que me hacen dudar de celebrar el Día de la Escritura como mi día.

La persistencia también es resistencia
Pero Amandititita también deja una lección:
Lo mejor que me dio este diagnóstico fue comprender que no era tonta, perezosa ni que me faltaba voluntad. Al contrario, me sentí orgullosa de mí, me sentí orgullosa por insistir, insistir una y otra vez.
Quizás ahí está el detalle para las personas como nosotras. Insistir. En terminar de leer ese libro. En terminar de escribir ese libro. En llegar a hitos más medibles e inteligentes, bocadillos antes del banquete. Si las aves se comen las migajas, dejar piedras en el camino. Dejar monumentos. Marcar la presencia de las memorias y nuestra presencia en las memorias cada día. Ser la perra que seguía y seguía. Recordar para ser recordada. Recordarme a mí misma para recordar a la vida y las palabras que la conforman. A los seres que la conforman. Será en ocasiones un caos, pero sigue siendo un camino. Un camino más largo para simplemente ser. El ser, estar, tener, llegar, del verbo to be. Conjugarlo a cada minuto.
Agradecer que ahora las nuevas generaciones, y las generaciones presentes, tenemos vocabulario para nuestras circunstancias, y herramientas para vivirlas por encima de todo. Que ahora, como Amanda y yo, podamos limpiar nuestras casas mientras escuchamos audiolibros. O en un buen día, terminar de leer uno de ellos en formato físico. Como Nuestras resistencias: escritoras que nos vuelan la cabeza.