Dislexia
Mamá, leo borroso.
En Diciembre, se puso de moda una plantilla en Instagram que te invitaba a subir tus fotos de cuando eras joven y punk. La invitación era clara: Baby Punk Pics. Un ejercicio de nostalgia y de ver lo lejos que hemos llegado pero lo cerca que aún seguimos de nuestra esencia, de nuestra frescura. De cómo éramos cuando aún veíamos, escuchábamos, y sentíamos el punk al descubrirlo como un secreto que se nos tenía guardado, como el origen de las sombras que veíamos desde la caverna, tomando forma en carne viva.

Así era yo a los 16, 17, 18. Remendando el corazón, navegando duelos familiares, despidiéndome de la incomodidad de la preparatoria con el espíritu lleno de ilusiones por la carrera universitaria, haciendo las pases con mi cuerpo que me llevaba por toda la ciudad en infinidad de rutas urbanas diario, tocadas en lugares que ya no existen con bandas que de pronto se reúnen a tocar en lo que sus criaturas están en la guardería. Enamorándome. Leyendo, escuchando música, viendo la vida pasar por la ventana. Haciendo amistades entrañables.

Viendo las fotos, me di cuenta de algo que no recordaba y que sacaba a gente de onda cuando veía mis fotos de punk adolescente.
Hubo un tiempo que usaba lentes de aumento porque me dolía la cabeza cuando usaba la computadora. Hasta que me empezó a doler la cabeza peor con ellos, así que dejé de usarlos de manera intermitente, batallando cada vez más para leer tanto en la computadora y el celular como en material impreso. El colmo de una escritora: no poder leer.

No fue sino hasta que hice la segunda maestría y que pasé por todo aquel megamugrero del 2019 que me hicieron exámenes psicológicos y psicométricos que me di cuenta de lo que pasaba.
Resulta que tengo vista 20/20, pero también tengo dislexia. “Pero, ¿cómo? Si tu eres escritora y te va muy bien en la escuela/trabajo/vida”. LOL LOL LOL Se llama “masking”, miciela. Look it up. Aunque viera el blanco de la hoja distorcionar el contorno de las palabras, y el resplandor de la pantalla ocuparlo todo como un ruido de televisión, intentaba hacerme la fuerte por muchos años. A la mala, me di cuenta que hacerse la fuerte no es sostenible, y tarde o temprano requeriría ayuda.
La dislexia viene de muchas maneras, pero lo bueno es que hay atajos que tomar para que no nos lleve el orto, sobretodo si tenemos la Combination Dislexia/ADHD/Pizza Hut/Taco Bell. Así que ahora uso filtros para bloquear la luz azul y leer mejor. Hace poco, volví a usar lentes para usar con la computadora del trabajo, sin aumento, por lo mismo.

Ya no me gusta mucho hablar de mis patologías y condiciones físicas y mentales porque no autorizo que se conviertan otra vez en mi identidad, pero si de vez en cuando ayudan a que alguien vaya al oftalmólogo y se haga colorimetría, y de pasada vaya a terapia si lo requiere, todo cool.