Años uñas
Mi ritual de autocuidado favorito.
Llevo poco más del año y medio asistiendo con regularidad a que me pinten las uñas con gel. A veces con rubber, o calcio, o cosas que ayudan a mantenerlas largas y fuertes. Esté donde esté, me gusta encontrar gente que pueda compartir su arte conmigo, en una zona de mi cuerpo a la que observo con frecuencia. Después de todo, mi trabajo involucra usar las manos, y estoy tecleando esto con las manos mismas. Con los dedos. Que tienen uñas.

Antes me las pintaba yo en casa ya sea con esmalte regular o con gelish. Tomaba mucho tiempo y eran puros colores sólidos. No tenía las habilidades de las técnicas manicuristas para poner detalles.
Después de mi cancelación y durante la cuarentena de la pandemia, me ponía uñas postizas. No tenía tiempo para nada y sólo quería ser alguien más.
Fue cuando volví a Monterrey que comenzó esta costumbre de ir a hacerme la manicura. Con más ganas de ser yo misma, pero también de que me consientan.
Mañana tengo un procedimiento médico del que hablaré más adelante. Por eso, hace un par de semanas me fui a quitar todo. Gel, rubber, pa’fuera, de manos y pies. En el hospital, te piden que vayas sin esmalte en las uñas para que puedan ver tus niveles de oxigenación y que el oxímetro lo mida mejor.

Le dije a la manicurista, y también le dije que hace poco me había cortado el cabello.
Ella dijo: “entonces estás cerrando ciclos con todo”.
Yo dije: “Verdaderamente”.