Ad Astra
Ejercicio del taller "Todos mis nombres" de Valeria Salas Carrillo

Mañana termina el curso de escritura creativa e introspección que da Valeria Salas Carrillo los jueves. Se llama “Todos los nombres”. También lo da los sábados y ese creo que ya terminó. Si lo vuelve a dar, por favor tómenlo. Me ha ayudado muchísimo a retomar la escritura creativa en relación a mí misma, mis recuerdos, mis fantasías, emociones, sensaciones y el silencio mismo. Esto lo escribí la semana pasada, inspirada en esta ilustración que nos presentó, llevando una bitácora del día a través de un proceso fantástico.
Esta mañana, fui a limpiar la vieja casa de mis padres. Mi casa. Me sentí indispuesta y preferí trabajar desde ahí mientras limpiaba. Mientras bendecía el lugar con palo santo, conectaba el celular a la bocina, colocaba turmalinas a los pies de las ventanas. Tomé una franela y removí el polvo de los muebles. Pero, una vez que lo hacía, se transformaba en estrellas. Partículas grises reflejadas en dorado, plateado, iridiscencia. La esencia de todos los años perdidos buscando un hogar que siempre supe que tenía. En la oscuridad, destellaban. De lejos, de cerca. Como si limpiara al mismo tiempo mi alma. La luz que salía de la mugre. Que salía de mis manos. De aquella enfermedad que me hizo tomarme un tiempo para iluminarme otra vez. Entre ellas, la luna, una uña, mi nombre, mis uñas. Lo que siempre he sido. Lo que cambio a mi antojo. Estoy cambiando. De la piedra al edificio. De la célula al humano. Del polvo a las estrellas.